lunes, 26 de abril de 2010

Carta en una botella...





No siento, placer ni desprecio,
por la soledad en que me envuelvo
al no saber de ti nada.

La paz que me mantenía con vida,
cayó desde los mares de mi resistencia,
como caen las banderas vencidas..

Así me siento, entre esparteras
que me esconden por el campo,
en el arenal del olvido.

Y sobre este malestar que condiciona mi sonrisa,
queda la agonía, del recuerdo, que me amarga
y otras tantas preguntas y respuestas.

¿Donde esta la luz que sigue el caminante?,
las frases verdaderas, para una lectura sin descanso,
¿que me pregunto cuando me miro sobre el espejo? ...

Nada soy, nada fuy y no me importa seguir siendo nada,
pero la compañía de un amigo es un escudo contra la espada del mal
y el apoyo contra la soledad del pensar continuo.

Esperaré a que encuentres el instante,
vertido, en el tiempo perdido,
para oír tu voz nuevamente...

Y sobre ese timbre agónico que tilda mi espera
pintare los espacios secretos, con un beso de aquellos
que llenan el alma, de serenidad sobre gotas de roció.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hay que hacer un ejercicio sublime y aprender a no esperar,de este modo evitamos beber el cáliz amargo de la decepción.
Besos...

Desvanecerse dijo...

Ahora que sabes como te sientes, que no te importa esperar, has de aprender a llevar cada uno de los instantes en que conviertas tu vida.

Hay hombres que cobran el dolor de las distancias.

Besotes
Manino