domingo, 14 de agosto de 2011

Hilandera de sal.




No hay herramienta como el mar
que grabe los bordados que lucen las olas.
Tejidos inacabados que van vestidos de azul
sobre una piel blanca, que genera sobre la playa
esa pérfida y ondulada imagen de sal.

Y sobre la tripa del agua, los barcos,
veleros que navegan sin vergüenzas
empujados, por un viento con rumbo,
que corta, a su paso, la basta estepa de agua
reposo de pecios y secretos de piratas.

Allí es donde los peces sufren, sin apenas palabras,
y el sol, cae pesado, soltando su oro
haciendo de los fondos, gelatina de colores
dejando, con ello parte de su inmensidad,
a sabiendas que todo es un secreto
solo, para los que beben la sal.

Mi Talon...





Ultimamente, donde pongo la mirada
pongo el olvido mas imaginable
y el rastro de sangre de dicha ruptura
llega a las costas de todas las heridas.
Es fatuo olvidarse de tanto tránsito
pero su consigna, almacena las sospechas
y su paso adormecido y frenetico, para
con la intencion de no perderse mas allá
del rastro que comunica con el olvido.
Una y otra vez veo pasar a caminantes
amores, errores, carcajadas y gozos
y nadie se queda en mi marquesina
lugar de charla y recuerdos llanos...
deseo tanto que no se vallan pero,
es inutil sentir que se puede recordar
si nada se para en el continuo diario.

EL tren de la vida no tiene estaciones
ni paradas donde quedar para recordar
es un mobil en continuo movimiento
que roba el cadaver de lo ya acontecido
y lo hace cenizas que suelta al viento
sobre el aire del desconocimiento
para que surja algo que nunca ha pasado
y que recuerda algo tristemente perecido.