La soledad del tren...

Que solo te encuentras cuando, solo, viajas
y lo continuo de las vías, hacen referencia,
en parte, al brillo del raíl en su paso continuo
casando al alma, con sueños de metal.

A veces hasta el olor del tren sabe a soledad
y los ruidos del paso entre raíl y raíl
marcan las citas de aquellos que viven solos
dejando que no existan silencios que hablen.

Nada asiste mas que una deseada compañía
y en el tren, el asiento vecino, si no se llena,
forja un desfiladero de desencuentros mordidos...
algo mas que palabras perdidas en el trayecto.

El viaje, en su fundamento busca alma que comparta
un eco despierto que sume charlas y mas frases
así la luz cuando se apague y llege la noche
dará paso al descanso merecido tras dicha compañía.

Aventurera...

Donde irá, la dulce mirada
de aquella gata que se mece sola
donde, su cola agitará la penumbra
espantando al tiempo y a la noche.



Aventurera,...

Eres mas de lo que intuyes desesperada,
tu vida, suave torbellino emergente,
es un velo de descanso, de aroma dulce,
y tu mirada... besos de caramelo....

Eres, la indestructible navegante,
aquella que sueña con descensos de cañones,
con saltos imposibles hacia el miedo
durmiendo sobre recuerdos peligrosos.

Eres, lo interesante inesperado,
aquello que desequilibra si se exibe
una luz que busca en su ceguera...
poder vivir, la aventura imposible.

Lo que el tiempo no coje...

El tiempo se lleva lo que ya no está,
es igual de ladrón que el viento.
Solo hay que saber qué dejar,
para que en dicha trama lisonjera
tal impulso, regale solo lo inutil.

Eso nos pasa, a todos, una y otra vez
nunca hay relevo para el reloj que roba...
pero, desde mi punto de vista, es incuso hermoso
anillar los recuerdos en un bolsillo secreto
y dejar pasar lo infructuoso, sin respuesta.

Así, por caridad, sobre la piel del quebranto
esos deseos que nunca se cumplen
no seran regalados al tiempo, sobre su paso,
y quedaran asi, grabados, como lo que son
sin beneficio ni conveniencia, ni utilidad.

Mujer sin corazon.

Sobre un suelo que no se acaba
de nada vale que tenga corazón
apretando con odio la ausencia,
en el sueño cautivo, yace el olvido.

Sin color, sin dolor, sin suerte
encogido el coraje, grita la evidencia
sin agua de vida que asuste a la muerte
la vista se pierde, en la desesperanza.

Que malo es morir sin apariencias
sin Madre, ni Padre, ni hijos que lloren...
solo la piedad, desnuda de complejos,
sobre el suelo, como un trapo con jirones.

Mas valiera no ver dicha opacidad
concretar la vista en la lejanía
olvidando la mujer de roca negra
sobre su añil de despedida...

Y aun así, la vergüenza extraña la imagen
sin contemplar lágrima alguna que mire,
sobre un adiós andante sin ruidos, cierto es,
que nadie vale mas, que lo allí caído.

London...

Al aire brioso de lo que la historia dijo
sobre mis pies, en esa isla, me sentí ya prisionero
dudando si lo que miraba, tan altanero,
era un recital de cultura condenada
por ladrones, absolutos, que robaban
la historia ajena ya envejecida
sobre una vida carente de pasado.

Y aun así no salgo de mi asombro
por el placer de mirar tanto despecho
la hermosura de mezclas vivas, es un hecho,
en el regazo de un suelo lleno de piratas
con tantas flores como balcones silenciosos
que limitan la belleza, por la lluvia
como algo que desdice tal proeza
en sumatorio continuo de tantas razas.

Así es o me parece intuir este lugar,
como la cabeza de un alfiler, redondeada,
perfecta para lucir en cualquier parte,
incomoda para tener de acompañante,
de punta altanera siempre anhelante
difícil de guardar si hay motivo
robada a otros que hicieron de ella, arte.