lunes, 4 de febrero de 2008

Un adios, que se repite...

Vi morir a alguien en su lecho
y no noté su alma desatada
solo olor de flores y de velas
arropados de llantos desconsuelos.

Un silencio herrumbroso ensuciaba
alegrías de los días anteriores
la condena de esta muerte inesperada
sofocaba el corazón de los presentes.

Solo quedan las palabras de consuelo
los minutos sufridores de su pésame
ese tren que se llena de silencios
y se escapa, infinito, con el muerto.

Los minutos para un pésame perdido
ese duelo que se lleva su mortaja
dan el pié al inicio del sentido
en amargo final de su camino.

Dadme mas, lágrimas de pena,
para coserlas al recuerdo del vencido
y dibujar, despedidas, en su lápida,
de aquellos que, en vida, lo quisimos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Debes tener en el corazón el mapa de los sentimientos universales, a parte de la genialidad para hacernosla sentir.
Muy buena.
Besotes
Manino

Anónimo dijo...

El mapa no, él entero es sentimiento, nunca una muerte fué tan bellamente sentida.
Besos, Aran.