viernes, 16 de noviembre de 2007

El jardin de un principe...rey del musgo.











Piso las hojas de un Otoño frío,
sobre un caminar trabado...
busco en la brisa fresca
relajar, de mi cabeza, los pensamientos.

Salto hoja tras hoja,
buscando caminos y veredas
y descubro que no soy solo
que me acompañan el color y el ruido.

Ando despacio, con sobrada calma.
Me mimetizo entre el marrón y el verde que queda
observo y callo, ese es el dogma...
para caminar tranquilo y sosegado.

Busco encontrarme y me escondo,
es tal la belleza del camino
que parto de la nada hacia el horizonte...
y sobrevivo entre infinitos colores.

Aun me quedan fuerzas para el regreso...
lo hago con calma, pausadamente,
renovando el interés por caminar
sobre este limbo que el jardín regala.

jueves, 15 de noviembre de 2007

ensayo 23.58











Todos los deseos son pocos,

cuando los besos pasan
y no se quedan.

Cuando las esencias especiales
impregnan, todo lo que rodea todo.

Cuando en su transito escondido
se distribuye el amor infinitamente.

Todos los lugares hermosos,
son hermosos, porque son ocultos,
y no se ven en apariencia.

Porque si no se esconden,
se desvanecen al descubrirlos.

Y su clara existencia embelesante
muere, si no se queda aparte.

Todos los vapores, que respiro,
andan a gatas, en mis pulmones,
manteniendo mi cuerpo vivo.

Pero sin besos cautivos en mi boca
de que me vale tal respiro.

Si no puedo llevarte a ningún paraje
solo me queda, lo que he sido.

Aire entre labios,
huecos prohibidos,
deseos rotos,
aromas perdidos.

martes, 6 de noviembre de 2007

Llorar también










Hoy he visto llorar
no importa quien, ni el porqué
y sobre ese rostro, desencajado,
una aureola de melancolía,
muerta y fría, expresa la pena.

Esa ausencia, gravosa en éxtasis,
ese instante, repetido, sobre el dolor
esa pena con pan, tan patética,
rompe infinitamente
las paredes hoscas del corazón.

Y las lágrimas escurridas
me hacían perder el equilibrio,
dejando que su propia pena
invadiera, de algún modo, mi yo,
convirtiéndome en un desgraciado.

Después de mi primera mirada
y hasta la ultima de ellas
solo me queda salmodiar
esas estrofas repetitivas
sobre la bella melancolía
de todo lo sucedido...
... y llorar también.