Tengo todo tan agitado y revuelto
que no puedo conseguir ni un momento de cordura
mi gran capitán, mi ejercito, mi vida...
se difuminan entre el color ácido de la duda.
Y entre la luz, antes brillante, ahora escondida
no hay dueño bendito de la razón compensada
quejas, perdones, preguntas y respuestas
se alejan también, con los aromas a monte y sol.
Aquellos que hacían recordar hóspitos lugares
de continuas, fantásticas y profundas charlas
llenas de amor por todo lo que respiramos.
Y es que en mi vida siempre
hicieron falta dos, para comprender a uno
y completar un puzle lleno de sol y tormentas.